He aquí cómo se cree que esto funciona. A medida
que nuestro organismo combate los agentes infecciosos que lo
invaden, los mecanismos encargados de hacerlo, nos causan
daños colaterales enormes que terminan afectando nuestros
propios órganos y tejidos.
En ese sentido, siendo nosotros, nuestros peores enemigos.
Esta paradoja no sólo está transformando nuestro
entendimiento del envejecimiento, sino que ha alterado nuestra
comprensión de lo que las enfermedades son, en general, y
de dónde se originan sus efectos dañinos.
En otras palabras que estos procesos
inflamatorios, también subyacen todas las enfermedades
crónicas que nos afectan, como son: la diabetes, la
ateroesclerosis, el mal de Alzheimer, y
los ataques al corazón.
Por lo que el entendimiento de dichos factores, nos
asistirían en establecer pronósticos en todos los males mayores que
nos afectan.
La idea de la existencia del efecto de los factores
inflamatorios se conoce desde el siglo XIX. Cuando ya se
entendiera que los mecanismos que nos brindan protección,
a veces, se descontrolan causándonos daños.
Pensemos
Si vemos el proceso del envejecimiento como consecuencia de la
inflamación, entonces apreciaremos el envejecimiento desde
una perspectiva fresca. Ya que el uso de una la medicina
específica para detener el proceso, puede revertirlo antes
de que cause estragos desproporcionados.
La Charité Romaine Nicholas Regnier
1620-60
El progreso que se está haciendo en este campo no es
ilusorio. Se cree que en unos veinte años se
logrará la síntesis
de nuevos fármacos capaces de asistirnos a todos.
Los biólogos han tenido conocimientos de que la edad
afecta la inflamación negativamente y viceversa.
Pero, el descubrimiento crucial se hizo en los años
finales del siglo pasado. Cuando se descubriera que la
Proteína C-Reactiva (PCR), una proteína
inflamatoria puede producir con exactitud enorme, un ataque
futuro al corazón, lo que nos ayudara en avanzar los
métodos
para evitarlo.
Pero, ¿por qué tenemos un sistema inmune tan
arriesgado?
La razón de poseer un sistema inmune tan agresivo es
adaptiva, ya que en los tiempos de nuestra existencia
selvática, nuestro peor enemigo era la
infección.
Como los evolucionistas bien saben, las infecciones y el
hambre nos asistieron en crear las adaptaciones necesarias para
sobrevivir.
Obviamente se puede deducir que la reducción de
calorías nos asiste en combatir nuestro
otro enemigo pertinaz, la obesidad.
La inflamación evoca respuestas orgánicas que
simulan a un nivel celular, las que tenemos cuando cualquier
forma de estrés nos
amenaza.
Tomemos un ejemplo simple
Un perro nos muerde. Primero, los factores coagulantes entran
en el cuadro para detener la hemorragia y para confinar el avance
de los microbios a la región de la herida. En seguida, una
avalancha de fagocitos entra en acción
para destruir e ingerir los patógenos. Éstos
engolfan las bacterias y
secretan citoquinas — proteínas
mensajeras, que hacen el llamado para que vengan más
refuerzos a asistir en reparar el daño
producido en los tejidos vecinos a la herida.
Retrato de una Mujer Vieja Pieter Brugel el
Viejo
Cuando la sinfonía termina, el proceso de
sanación se completa.
Pero, a veces, como sucede con la aterosclerosis, un sistema
de desestabilización; asiste, en lugar de
contrarrestar, la formación de las placas obstructivas de
los vasos sanguíneos — creando el problema.
Hasta ahora, un cuerpo sustancial de evidencia sigue
aumentando proveyéndonos con convicción
circunstancial de que los mismos procesos tienen un rol en todas
las enfermedades crónicas, como son el Alzheimer, la
osteoporosis y la
diabetes.
La más sorprendente de todas ha sido la de la inmunidad
como factor tentativo en la depresión
de la vejez. Lo que algunos, quienes la conocieran, piensan que
fuera lo que nunca afectaría a Mme. Calment en toda su
prolongada y optimista existencia.
Pero, hasta ahora, se ha logrado muy poco tratando de entender
los efectos de las inflamaciones en la infancia, y en
cómo nos afectan cuando envejecemos.
Como tampoco entendemos, cómo los agentes
tóxicos, como el tabaco, las drogas y
los estilos de vida disipados nos impactan — incluyendo entre
los últimos nuestros hábitos alimenticios
descarriados.
En
conclusión
Estamos en la alborada de una época nueva en el
entendimiento de los factores que nos afectan positiva y
negativamente.
Tomando como ejemplo la dieta restrictiva en algunos animales y sus
efectos tangibles en la longevidad. La nueva teoría
nos provee con una pista a seguir en su entendimiento final.
Es el caso de la dieta restrictiva. Ésta inhibe la
respuesta inflamatoria del cuerpo — como todos quienes tratan
la anorexia
sabemos. Lo que en seres que no están críticamente
desnutridos termina prologándoles su vida.
Sería un caso del peor pensamiento
científico, pretender que la teoría de la
inflamación, todo lo explica — aunque, como ya
vimos, sabemos que explica lo bastante. Y por ello debemos
reconocerla y estudiarla.
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Dr. Félix E. F. Larocca
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